Albania.

    Tirana será el punto de encuentro entre la mitad del pelotón que viajará cómodamente en avión y la otra mitad que lo hará en furgoneta llevando a nuestras cuatro compañeras de viaje.

    Sin tiempo que perder, montamos las alforjas en las bicicletas y nos ponemos en marcha. 

    Tratamos de evitar el caótico tráfico de la capital y a los pocos kilómetros encontramos la antigua vía de comunicación que unía ésta con la ciudad de Elbasan.



    Desde Elbasan el tráfico desaparece y rodaremos unos días por carreteras tranquilas.




    En ocasiones la orografía del lugar nos obliga a salvar fuertes desniveles, pero el paisaje que nos rodea compensa el esfuerzo.






    La tercera jornada llegamos a Korce, acogedora ciudad con un centro histórico bien conservado y que se convertirá en el punto más meridional de la ruta.


    Durante el régimen de Enver Hoxha, éste tenía una obsesión paranoica con el enemigo exterior. Construyó decenas de miles de búnkeres por todo el país. Hoy en día resulta sencillo toparse con estos enormes hongos de hormigón.


    Pedaleamos hasta la orilla del lago Ohrid. Dicho lago baña la ribera albanesa y macedonia. Elegimos la orilla macedonia en nuestro camino hacia el Norte. 
    ¡Negros nubarrones auguran lo que nos espera las siguientes jornadas!
 


 Macedonia del Norte.



    Tras cruzar la frontera, nos acercamos a visitar el monasterio de San Naum.





    En la parte septentrional del lago se encuentra la ciudad homónima de Ohrid. Empujamos nuestras bicicletas por sus empinadas calles hasta el monasterio de San Juan Kaneo, la imagen más icónica del país. 




    Las siguientes jornadas serán un continuo juego al "correquetepillo" con la lluvia.


    Nos adentramos en el parque Nacional de Mavrovo con sus escarpadas montañas y frondosos hayedos. Pero también en un paisaje salpicado por aldeas donde destacan afilados minaretes, que contrastan con enormes monasterios ortodoxos como el de San Juan Bautista, donde pasaremos noche en sus inmediaciones.






    Tras una semana de pedaleo arribamos a la localidad de Tetovo, donde coincidiendo fin de semana, nos concederemos una jornada de descanso para visitar la mezquita pintada de Aladzha y para acercarnos también a conocer Skopie, capital del país.







Kosovo.

    Un persistente aguacero nos despide de Tetovo y nos da la bienvenida al siguiente país. Por suerte, el Sol decide darle relevo a la lluvia y disfrutaremos los siguientes días de buen tiempo para recorrer este pequeño país.




    No desaprovechamos la ocasión al recorrer el Sur del país y visitamos la ciudad histórica de Prizren.



    Tratamos de entender algo de esta pequeña región (del tamaño de Navarra) consolidada hace apenas tres lustros como un nuevo país. En ocasiones tendemos a simplificar y los medios de comunicación se encargarán de dividir entre buenos y malos a los bandos en determinados conflictos. Desde Occidente se señaló a Serbia como el culpable de la situación y la OTAN dirigió sobre ésta sus ataques. Al final, la provincia de Kosovo acabó como un nuevo país independiente, reconocido por parte de la comunidad internacional, entre otros por EEUU.
    Sobre el terreno vemos un pueblo de mayoría albanesa (la población serbia huyo hacia el Norte) donde altivos minaretes presentes en todos los pueblos a nuestro paso, contrastan con ostentosos monasterios ortodoxos, algunos de ellos custodiados por fuerzas militares internacionales.

   




    Monasterio de Visoki Dechani.      
    No sé quien da más miedo. Si los cuidadores del orden o los de las almas...



    En Dechani, dejamos atrás su famosos monasterio y pedaleamos por una pista que se adentra en el parque Nacional de Prokletije. Y tras disfrutar de unas bonitas vistas, descendemos hasta una piscifactoría para dar cuenta de unas sabrosas truchas.


    Desde la localidad de Peja, remontamos el valle surcado por el río Rugova, el cual ha dejado a su paso escarpados farallones por los que discurren varios caminos equipados. Alquilamos el equipo necesario y elegimos la vía ferrata de Shpellat, la cual discurre a través de distintas cavidades que alberga la pared, trazando un recorrido tan divertido como espectacular.








    Una vez en suelo firme, cogemos de nuevo las bicicletas y pedaleamos hasta el fondo del valle, prácticamente hasta la frontera con Montenegro.



     Y como colofón del día, a los pies del valle visitamos el monasterio patriarcal de Peja, el cual alberga en su interior unos frescos bien conservados.


 Abandonamos Peja y pedaleamos dirección al último de los pasos fronterizos que debemos de cruzar.



De nuevo Albania.


     Tras cruzar la frontera, a lo lejos podemos contemplar al bella estampa que ofrecen los Alpes Dináricos.


    Nos las prometíamos muy felices con el buen tiempo que nos venía acompañando los últimos días, por lo que iniciamos el ascenso al valle de Valbonë de lo más optimistas. Pero las previsiones no lo son tanto y a media subida el cielo empieza a encapotarse, soltando las primeras gotas. Éstas dan paso a una persistente lluvia, que nos obligará a albergarnos en un refugio de montaña con la esperanza de que el cielo nos de una pequeña tregua. 
    Con el rabo entre las piernas tendremos que escapar bien abrigados y desandar todo el valle que habíamos ascendido. 

    Al menos nos quedará el grato recuerdo de las simpáticas gentes del lugar.



    Tras el infructuoso intento de caminar y disfrutar por las espectaculares montañas del Norte del país, tomamos de nuevo las bicicletas rumbo el mar Adriático. Pero la carretera por la que rodamos, en un determinado lugar desaparece y la única manera de continuar, es a bordo de un transbordador que surca las aguas del lago Koman. 



    Al final del lago (embalse, pues está represado) aparece de nuevo la carretera, eso sí, en bastante peor estado de lo que nos habíamos encontrado hasta ahora. Lo que nos obligará a aminorar nuestra marcha, que será aprovechado por la fauna local para encaramarse a los mandos de nuestras monturas.




    Hemos dejado atrás la montañas, pero antes de llegar al mar nos acercamos a Shkodër, centro económico y cultural de Albania y conocida también como la ciudad de las bicicletas. Y es que a diferencia de lo que hemos observado en el resto del país, donde lo que impera es conducir coches de alta gama, en esta ciudad la gente todavía se mueve a golpe de pedal. Pero por la media de edad que circula sobre estos funcionales velocípedos, mucho me temo que la ciudad de las bicicletas tiene los días contados.




    Intentando hacer honor al sobrenombre de la ciudad, recorremos ésta y sus alrededores a lomos de nuestras compañeras de viaje y nos acercamos a visitar el puente otomano de Mes; encaramarnos a la perfecta atalaya que conforma el castillo de Rozafa y pedalear parte de la rivera del lago Shkodër hasta los pueblos pesqueros de Shirokë y Zogaj.






  Apenas restan doscientos kilómetros hasta Tirana, pero la vía que comunica directamente con la capital canaliza demasiado tráfico, por lo que buscamos el modo de rodar más tranquilos. Por suerte, la tecnología nos ofrece hoy en día posibilidades de trazar nuestras propias rutas por carreteras y caminos secundarios, que no aparecen en los mapas convencionales de papel. 
    De esta manera, sin prisa pedaleamos en busca de un lugar donde darnos un chapuzón en el Adriático.


    
    Y el lugar elegido no es otro que Shengjin, tristemente conocido las últimas semanas, por el lugar donde la ultraderecha italiana a tratado de hacer un experimento y deportar a centros de internamiento a inmigrantes que llegan a la Unión Europea y expulsarles fuera de ésta. 




Antes de acabar la ruta en la capital nos desviamos para ascender hasta el pueblo medieval de Krujë.




    Abandonamos la turística Krujë. Media jornada de pedaleo nos conducirá hasta el lugar donde comenzamos el periplo por estos países balcánicos. 


    Hace diecisiete años visité (con Aurora) Tirana recorriendo Albania en bicicleta. El recuerdo que tengo de entonces era el de una ciudad gris, sumida en un triste y reciente pasado, que no invitaba demasiado a su conocerla. Y aunque algunas partes no han cambiado demasiado, otras sin embargo se has sumado rápidamente al sistema capitalista que conocemos en el resto de Europa y cada vez es más común ver en sus calles luminosos comercios o el rodar de flamantes vehículos.





Datos de prácticos:
- Elegimos Septiembre tratando de escapar del agobiante calor de los meses estivales y del turismo, cada vez más emergente en la región. Por su contra, tuvimos que andar tratando de dar el esquinazo a la lluvia, ganándole la partida en ocasiones y siendo víctimas de algún que otro chaparrón en otras.
- Rodamos por lo general por carreteras en buen estado y logramos escapar del denso tráfico que soportaba algún tramo de la ruta, conformando nosotros mismos recorridos alternativos con las prácticas aplicaciones de Maps.Me. y Komoot.
- Viajamos con bicicletas de montaña con rueda mixta de 26 pulgadas. Durante los algo más de 1.100 kilómetros que realizamos, nuestras averías se redujeron a un par de pinchazos y un caprichoso chirriar de mis pedales. Llevamos repuestos y algunas herramientas específicas de bicicleta, pero no es difícil encontrar pequeños talleres o tiendas por los pueblos que atravesemos.
- No es necesario visado para entrar en ninguno de los tres países. Tampoco tuvimos ningún problema para cruzar la frontera en las tres ocasiones que las atravesamos. Y aunque leímos que con el DNI era suficiente, llevamos también el pasaporte en vigor mostrando uno u otro documento indistintamente.
- Durante la ruta no tuvimos tampoco problema en encontrar alojamiento en ninguno de los tres países. El precio de éstos (normalmente apartamento para cuatro personas) osciló entre los 40-80 euros.
- Ninguno de los tres territorios se caracteriza por su alto nivel de vida, por lo que resulta económico moverse por ellos. Como ejemplo, el precio del café osciló entre 50 céntimos y un euro, salvo en alguna zona turística que han espabilado rápido. 
- En Septiembre del 2024 el cambio estaba en 100 leks por euro en Albania; 60 dinares por euro en Macedonia del Norte; compartiendo Kosovo la moneda europea. Y aunque puedes pagar en euros en la mayoría de los lugares por los que pasamos, nosotros preferimos llevar moneda local, especialmente para pequeñas transacciones.
- Tratamos de aprender alguna expresión o pequeña frase en idioma local, pero nuestras habilidades de comunicación se limitaron a unos escuetos "buenos días" o "gracias".
- Recordar ciertas normas de comportamiento al entrar en los diferentes templos, como descalzarse en las mezquitas o cubrirse piernas o brazos en iglesias ortodoxas.
- Viaje realizado por Alfonso Urío, Jokin Esparza; Jorge Amestoy y Rubén Segura del 9 de Septiembre al 1 de Octubre (algo más largo para el equipo terrestre)